Hay que entender la onda como viene.





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El estado de la situación. Voy a nadar dos veces por semana. Las primeras veces, hacía veinticinco metros y terminaba jadeando agarrado de los andariveles. Ahora hago sesiones de cincuenta y setenta y cinco. Sino duele, no es ejercicio. El ejercicio es dolor, stress. A los doce años, podía nadar ochocientos metros sin agitarme demasiado. Me imagino que veinte cigarrillos diarios hacen su trabajo. Lo estoy reduciendo a quince, y después a trece, pero por nostalgia me niego a dejarlo completamente. Todas las estúpidas convenciones de mi generación: naturismo, vida sana. En diez años va a sernos reír. Cuando cierto doctor, cierto gurú iluminado por los dioses que sólo yo conozco nos muestre, con su brillante índice, otra perspectiva de las cosas. El problema no es comer sólo papa, como dicen mis amigos hippies. Comer papa es violencia. La naturaleza es violencia. Pisar el césped del jardín es violencia. El problema es otro. OTRO.